martes, 11 de marzo de 2014

Fotografía inspirada por Machado.



Sonaba el reloj la una, 
dentro de mi cuarto. Era 
triste la noche. La luna, 
reluciente calavera, 
ya del cénit declinando, 
iba del ciprés del huerto 
fríamente iluminando 
el alto ramaje yerto. 
Por la entreabierta ventana 
llegaban a mis oídos 
metálicos alaridos 
de una música lejana. 
 Una música tristona, 
una mazurca olvidada, 
entre inocente y burlona, 
mal tañida y mal soplada. 
Y yo sentí el estupor, 
del alma cuando bosteza 
el corazón, la cabeza, 
y... morirse es lo mejor.